Observar a la gente es uno de mis pasatiempos favoritos, siempre llevo un narrador dentro de mi cabeza que parece sacado de un documental de la 2 ,y que parece tan divertido como yo analizando lenguajes corporales y conductas ajenas.
Hace un par de días acudí a un centro comercial que está cerca de mi casa, como estoy familiarizada con él, siempre suelo dejar el coche en la misma zona del parking. Al mismo tiempo que yo maniobraba para aparcar también lo estaba haciendo un coche blanco, en ese momento no me molesté en ver de qué coche se trataba ni quién lo conducía, me bajé del mío y me dirigí rauda y veloz a hacer mis recados. Cuando regresé unos 40 minutos después ,vi que los ocupantes del coche blanco también habían acabado sus compras y las estaban acomodando en el maletero, me llamó poderosamente la atención el contraste entre lo que vi. El coche era un Audi A3 moderno, no me acuerdo de la matrícula, pero no debía tener ni dos años, su conductor llevaba cogida por el asa una caja de leche marca blanca, de las dos que posee ese supermercado, la más barata. Si la leche que se toma hoy en día poco tiene que ver con la leche de verdad, no quiero ni imaginarme qué debe llevar esa para ser la más barata.
En ese momento el Richard Attenborough que narra mis observaciones hizo una sabia reflexión - ¡qué curiosa escala de valores tiene que tener alguien para conducir un coche de más de 30.000 euros y luego comprar alimentos de marca blanca !-, - pues sí , curiosa y equivocada-, pensé con tristeza.
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